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Siete errores habituales al pedir financiación

Un emprendedor nunca lo tendrá fácil para conseguir financiación, precisamente porque sólo tiene una idea que piensa que puede ser un negocio. Por eso, hay que saber ‘vender’ muy bien el proyecto a la entidad financiera. Y ser muy prudentes con los números, porque muchas empresas de nueva creación no logran sobrevivir no porque no hayan obtenido financiación, sino porque no han sido capaces de hacer bien los números.

Un banco, o cualquier otra entidad que te preste financiación para poner en marcha tu idea, no sólo necesita saber cómo vas a devolver ese dinero, sino que además tiene que comprobar que tu endeudamiento no es excesivo, y que la viabilidad de la empresa está si no garantizada al menos encarrilada.

Tanto si eres una empresa ya existente como si eres un emprendedor, a la hora de solicitar financiación, hay que evitar cometer errores que echen al banco o a los inversores para atrás. Los errores más habituales en financiación para empresas y/o emprendedores son:

1.-No tener un buen plan de negocio. Es la equivocación más frecuente, sobre todo porque el emprendedor lo que tiene es una idea, y mucha fe y entusiasmo en ella, no tiene por qué ser un experto en números. El problema es que el banco, o cualquier inversor o financiador, antes de poner un euro en tu proyecto quiere saber si tiene visos de éxito, si va a generar el suficiente negocio como para que seas capaz de devolver la financiación solicitada. Con una buena idea solamente no vas a conseguir financiación.

2.- No conocer el mercado: La idea que tienes puede ser muy buena, pero necesitas contrastarla con el mercado, si hay ya productos o servicios similares, si de verdad mejoras a la competencia, si existe demanda para lo que quieres lanzar.

3.- No tener suficiente experiencia: en la medida que puedas, rodéate de personas con experiencia en sacar negocios adelante para consolidar tu proyecto. Tu equipo debe tener experiencia y conocimiento del mercado y también de la financiación y de la gestión de la tesorería. La experiencia es la mejor garantía para el entusiasmo del emprendedor. Y uno de los aspectos que más tendrán en cuenta el banco o el inversor a la hora de embarcarse en tu proyecto.

4.- El exceso de optimismo. Es otra de las equivocaciones más habituales en un emprendedor, y una de las razones más frecuentes alegadas para rechazar financiación. Una cuestión es tener mucha fe en tu idea, y otra muy distinta es ser excesivamente optimista en previsiones de ventas, resultados, y tesorería. Esta actitud pone de manifiesto que no eres prudente financieramente (lo que asusta a cualquier inversor) y que además no conoces el mercado, ni tienes suficiente experiencia.

5.- No aportar contratos con clientes. Obviamente, un banco, cualquier entidad o institución que proporcione financiación, lo primero que quiere ver son datos palpables, comprobables. Si tu idea ha conseguido ya atraer inversores o clientes, la mejor forma de conseguir financiación es mostrando esos contratos. Aunque sean sólo precontratos o compromisos de compra, esos datos ayudan a tener una idea fehaciente de cómo está evolucionando la empresa.

6.- No aportar dinero propio. Es un error de bulto. ¿Cómo pretendes que el banco o un inversor pongan dinero en tu proyecto, cuando ni tú mismo arriesgas un euro en la aventura?

7. Engañar para obtener la financiación. Los bancos están acostumbrados a cruzar datos, así que no hay mejor motivo para rechazar una petición de crédito que descubrir que lo que has aportado sobre tu proyecto no se corresponde con la realidad. Te puedes equivocar en las previsiones de ventas, pero no puedes entregar a quien quieres que financie tu proyecto datos falsos.

 

La nueva burbuja financiera, el emprendimiento.

El paro sigue bajando, y gran culpa la tiene el emprendimiento ¿Es eso que la economía está mejorando?

Cientos de miles de desocupados y desocupadas son animados a emprender, cuando no forzados por las circunstancias, en asuntos en los que no tienen ni el más mínimo conocimiento, ni experiencia, ni formación, empujados a un fracaso seguro en un escenario económico de falta de demanda.

Las consecuencias son devastadoras. El daño psicológico en las personas puede ser irremediable, heridas su confianza y su autoestima, en su relación con familiares y amigos, ya nunca volverán a emprender si se les presenta la ocasión.

Además, el problema tiene una vertiente económica dramática, al empeñar sus propiedades e, incluso, fomentado desde la administración, perder sus indemnizaciones por despido, que pueden percibir de una sola vez, para invertirlo todo en una aventura arriesgada.

El fracaso es necesario, pero no imprescindible. El fracaso debe ser fruto de asumir el riesgo y genera aprendizaje. Es lo que se conoce como fracaso constructivo. Pero debemos equipar a los emprendedores, incluida su formación, para reducir el fracaso en tiempo y forma, así como sus consecuencias negativas.

Para el Gobierno, el emprendimiento es buen aliado. Al fin y al cabo, un soñador que intenta sacar adelante su proyecto es un potencial autoempleado que tiene que darse de alta como autónomo y que, en consecuencia, adecenta las penosas cifras de paro. De ahí que el Gobierno no deje de revisar leyes para mejorar la fiscalidad del emprendimiento (pienso en la tarifa plana de autónomos de 50 euros durante los primeros meses, que no valen de nada si no hay un apoyo en la formación previa) y su acceso a ayudas públicas (insuficientes) y privadas.

Pero esto no es Estados Unidos ni Silicon Valley. Aquí, desgraciadamente, los emprendedores no nos van a sacar de pobres. La financiación de la economía española sigue dependiendo demasiado de unos bancos que todavía siguen dando créditos a cuentagotas, y los inversores independientes y el capital riesgo siguen siendo testimoniales.

Es necesario un sistema de emprendimiento que ayude eficazmente a los emprendedores y emprendedoras, sobre todo a los más débiles. Un pequeño negocio donde ya hay tres establecimientos similares, no parece un emprendimiento muy prometedor, por mucho que se innove en los detalles o se conecte a las redes sociales. Todo dependerá de esfuerzo y constancia, pero alguien debe alertar del riesgo evidente y reorientar a una alternativa exitosa.

Bien es cierto que podríamos hablar de una “burbuja social” de emprendimiento, de que existe un exceso de optimismo sobre el proceso de emprender, que a mucha gente se le está animando a ello sin ser realmente conscientes de dónde se meten y con apenas conocimientos sobre el proceso… algo que acabará mal para mucha gente.

El problema de fondo es que quien tiene que comenzar un negocio para obtener ingresos de forma inmediata no suele hacer sus deberes como empresario y por eso hoy en día existen “excesivas apuestas emprendedoras que no realizan un previo estudio o informe para identificar las necesidades reales del mercado, ante el producto o servicio que van a ofrecer”. El desenlace lógico suele ser una empresa sin un nicho de mercado concreto que no cubre ninguna carencia de la sociedad y por lo tanto sólo apela al ‘consumo por el consumo’ para mantener sus ventas.

Hay que advertir a los trabajadores por cuenta ajena, y los autónomos que ya llevan tiempo en sus negocios seguro que me entienden, que un emprendedor no tiene vacaciones, no tiene horario, no tiene fines de semana, no tiene bajas por IT y no tiene paro ni indemnización por despido. No es que no existan algunos de estos derechos, es que son un lujo que a día de hoy muchos no se pueden permitir.

Antes de lanzarse a la piscina, asesórese, busque información, si quiere vender algún producto o prestar algún servicio asegúrese de que sabe muy bien lo que está vendiendo, que lo conoce, que lo domina y sobre todo que sabe venderlo. Sino, será un futuro afectado de la burbuja del emprendimiento.

Los brokers de Wall Street te dicen qué libros debes leer este verano

Business Insider ha preguntado a algunas de las figuras más importantes de Wall Street por los libros que están leyendo o que consideran que merecen la pena, y han elaborado una larga y variopinta relación. Algunos de ellos quizá resulten demasiado técnicos para el común de los mortales, sobre todo dado que no existe traducción en castellano, así que hemos elegido algunos de los más célebres como una buena muestra de lo que uno puede encontrarse de las mesillas de noche de los grandes financieros de la Gran Manzana.

 

Resulta hasta cierto punto irónico que este best seller sobre el valor del altruismo figure entre las recomendaciones de directores financieros como Dave Seaburg de Cowen and Co., aunque al fin y al cabo, su objetivo es proporcionar una útil guía al éxito. El profesor de Wharton mantiene que convertirnos en donantes –esto es, buscar el beneficio de los demás y no sólo el nuestro propio– nos ayuda a escalar hasta la cima, por mucho que haya quien mantenga que los gilipollas siempre llegan más lejos.

Delirios multitudinarios: la manía de los tulipanes y otras famosas burbujas financieras de Charles MacKay (Milrazones)

¿Preocupado por el hecho de vivir en manos de economistas que venderían a su madre por una acción rentable? No hay que preocuparse. McKay sugiere a través de tres relatos sobre especulación desbocada que tuvieron lugar entre 1635 y 1720 que las burbujas económicas no son algo propio del siglo XXI. Uno de los más divertidos seguramente sea el que hace referencia a la tulipomanía, un período de especulación con los bulbos de tulipán que dio lugar a una potente crisis financiera en los Países Bajos. El escocés MacKay publicó por primera vez el libro en 1841, y hoy en día es considerado un clásico de la literatura económica.

El sueño del androide de John Scalzi (Minotauro)

Una de las pocas novelas de esta relación viene recomendada por Drew Matus, director de gestión de UBS Investment Bank. Cuenta la historia de Harry Creek, un funcionario del Departamento de Estado encargado de dar malas noticias a los embajadores alienígenas de la Tierra que se ve abocado a encontrar una legendaria oveja para salvar a la raza humana. Se trata de una heterodoxa sátira de la diplomacia ideada por el ganador del premio Hugo en 2008.

Memorias de un operador de bolsa de Edwin Lefèvre (Deusto)

Se trata de la biografía de un tal Larry Livingstone, el alter ego que Lefèvre otorga al célebre Jesse Livermore, uno de los grandes financieros de los años 20 y a quien el autor retrata en una docena de artículos.

El póquer del mentiroso de Michael Lewis (Alienta)

Aunque el periodista haya saltado a la fama últimamente por la adaptación a la gran pantalla de Moneyball o por su último trabajo, Flash Boys, su ensayo sobre los traders de alta velocidad, este es el libro que comenzó a cimentar su fama. En él, Lewis explica en primera persona su paso por Salomon Brothers, inversora neoyorquina que protagonizó uno de los grandes escándalos financieros de la historia, y que a su vez también inspiró La hoguera de las vanidades de Tom Wolfe.

Asustado: La vida y peligrosos tiempos del Steve Wynn, el Rey del Casino de Las Vegas de John L. Smith (DaCapo)

¿Se puede gestionar un banco como si fuese un casino, se puede dirigir un casino como si se tratase de un banco? Este libro recomendado por el director de gestión de Bear Stearns & Co. Jason N. Ader relata la historia del propietario del Bellagio, así como de otros centros como el Golden Nugget, el Mirage o el Treasure Island. El responsable del resurgir de Las Vegas en los años noventa es también uno de los coleccionistas de arte más poderosos del mundo. Sí, fue él quien dañó de un codazo El sueño de Picasso.

Invencible de Laura Hillenbrand (Punto de Lectura)

Angelina Jolie ha adaptado al cine esta historia sobre Louie Zamperini, un bombardero de la Segunda Guerra Mundial y atleta que llegó a participar en los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936. La novela se centra en su odisea de 47 días en una balsa en mitad del Océano Pacífico y en su encarcelamiento en un campo de prisioneros japones. Zamperini falleció el pasado mes de julio a los 97 años.

El juego del dinero de Adam Smith (Vintage)

Los estudiosos de la economía clásica se estarán preguntando cuál es este libro del creador del concepto de la mano invisible, pero no, este es otro Adam Smith. En concreto, un escritor que observó durante años a los trabajadores de Wall Street y convivió con ellos con el objetivo de depositar sus andanzas en un divertido libro que molestó a unos cuantos gerifaltes del distrito financiero.

¿Existe la suerte? Engañados por el azar de Nassim Nicholas Taleb (Paidós Transiciones)

Aunque el ensayista y financiero libanés saltase a la fama con El cisne negro, unos años antes ya había advertido al hombre (especialmente, al de negocios) la facilidad con la que confunde la suerte con sus propias habilidades. Una tesis que retomaría poco después en el ya citado libro y en Antifrágil: las cosas que se benefician del desorden (Paidós Ibérica).

La Fabulosa Historia de Los Pelayos

La historia de cómo una familia consigue desbancar a los casinos con un sistema totalmente legal. Si quieres participar de su nuevo estilo de negocio (https://www.lospelayosclub.com/) CONTACTA CON NOSOTROS y te diremos como hacerlo paso a paso.

Cuando los genios fallaron: auge y caída de Long-Term Capital Management de Roger Lowenstein (Random House)

El biógrafo de Warren Buffett narra en este “clásico”, como lo considera el fundador de Risk Revesal Dan Nathan, la historia del fondo de inversión LTCM, fundado en 1994 por John M. Meriwether y rescatado a finales de los noventa por la Reserva Federal tras perder 4.600 millones de dólares en cuatro meses. ¿Adivinan de qué empresa procedía el enigmático Meriwether? De nada manos que de Salomon Brothers. Sí, la compañía retratada por Lewis en El póquer del mentiroso.

¿Dónde están los yates de los clientes? Un buen vistazo a Wall Street de Fred Schwed Jr. (Wiley)

Publicado en los años cuarenta del siglo pasado, este libro consigue “capturar la locura en el corazón del negocio financiero”, en propias palabras de Michael Lewis. Con un gran sentido del humor, Schwed expone la hipocresía de Wall Street, un lugar en el que “los brokers se enriquecen mientras sus clientes se arruinan”. El título hace referencia a la interrogación de un visitante de la Gran Ciudad que, ingenuamente, se preguntó después de ver las posesiones de los banqueros dónde estaban las de sus clientes. Qué mejor que este mordaz volumen para concluir este listado.


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